martes, 9 de marzo de 2021

Mujer y diosa

Venus Willendorf 
(Paliolítica) 


Por: Gilda Pastor Ph.D. 

Entre los más antiguos vestigios de la existencia humana se han encontrado miles de objetos que evidencian la importancia de la mujer en esas remotas sociedades. A los arqueólogos les dio con llamar a esos figurines de formas femeninas, Venuses. Así conocemos hoy en día a la Venus de Willendorf y la Venus de Lausell, entre otras. Sí, Venus, como la diosa griega de la belleza. ¿Casualidad? ¿Accidente? Pienso que usted, al igual que yo, duda que sea alguna de las dos. En efecto, la mujer era y sigue siendo pilar de la sociedad, aunque su rol se haya visto minimizado por ideas religiosas, políticas y miedo.  

Venus de Lausell
(Periodo Auriñaciense en el Paleolítico Superior)

¿Miedo? Sí, miedo a lo que no se entiende. La mujer es un Ser altamente complejo. Es tan complejo que a veces nosotras mismas no nos entendemos. Sus características biológicas, como su capacidad de dar vida y sustentarla y su tolerancia al dolor físico la ponen a otro nivel de existencia. Por otro lado, el alambraje de su cerebro le permite conectar eventos del presente con el pasado y el futuro en fracción de segundos, esto de por sí, ya la convierte en un ente muy particular. Si a eso le añadimos el poder amar incondicionalmente y el hecho de contar con una intuición altamente sofisticada, hacen de ella algo extraordinario. Por esta y muchas más razones que nos tomaría muchas páginas para contar y explicar, la mujer era considerada UNA DIOSA en los albores de la Humanidad y por siempre temida. 

El asunto del temor viene del reconocimiento de esos poderes que les acabo de mencionar. Las mujeres eran las líderes en los grupos primitivos. Ellas organizaban la actividad cotidiana del grupo mientras los hombres salían a cazar. Hay quienes postulan que ellas desarrollaron el famoso “multi tasking” por esa experiencia, pero en realidad, esa capacidad vino con ella para proteger la misma vida que ella crea. Así llegó a tener gran influencia en el desarrollo de las culturas y formas de gobierno. 

Venus de Valdivia

La conexión de la mujer con la Madre Tierra, le permitió conocer el uso de las plantas, su cultivo, la conexión entre la tierra, el agua y la Luna, así como la conexión con todos los seres sintientes, de tal manera que se llegaron a conocer como las “brujas del bosque”.  Entendiendo que, entre los muchos significados de bruja, está: el que conoce los secretos del Universo. Estas también eran las curanderas. Esas mujeres concentraron un caudal de conocimiento en lo que hoy conocemos como Medicina Natural. Gracias a ese conocimiento, la Humanidad ha sobrevivido hasta el día de hoy, entre otros factores. 

De esta manera, la mujer disfrutaba de un lugar privilegiado en su mundo: era la “dadora y protectora de la vida”, administraba su entorno en provecho de todos, conocía de los tiempos, las cosechas, como curar, entendía del mundo visible y del otro, sabía confeccionar la comida, ropas, utensilios, etcétera, etcétera. En ese momento la mujer brillaba en toda su plenitud. En algún momento indefinido de la historia, alguien pensó que tenía demasiado poder y empezaron a cambiar las reglas del juego. Entonces, los hombres fueron llevando la situación de la mujer a una controlada a nivel de la comida, la agricultura y sus otras labores como un trabajo subyugado. En la evolución de las culturas, la bruja del bosque, que curaba y ayudaba, comenzó a aparecer en narraciones como alguien misterioso y peligroso. Las brujas se ocultaron para sobrevivir. Así las mujeres empezaron a desconectarse de su poder y lo fueron cediendo a los grupos, a las organizaciones que con gusto la redujeron a la bruja mala del bosque o al objeto del deseo, a ser la raíz de todos los males del hombre. La historia está llena de ejemplos hasta 

el día de hoy. Las primeras civilizaciones inventaron mitologías que llegaron a invertir los roles y los dioses eran los que parían a las diosas. ¿No les parece eso el colmo de los colmos? 


Venus de Grimaldi

Si bien es cierto que ese poder nunca desapareció, solo estaba dormido, también es cierto que en la historia hubo muchas mujeres que se atrevieron a desafiar las reglas establecidas y crearon cambios, y lograron justicias. Son muchas y la mayor parte han quedado en las penumbras de la historia. Lo más triste de todo este proceso, es que si observamos bien,  

nosotras mismas llegamos a convertirnos en nuestras enemigas. Sí, entre unas y otras, avalando prácticas inhumanas contra las mujeres por razones religiosas, económicas, políticas o cualquiera: siempre serán inhumanas. Y la peor parte, es que somos las peores enemigas de nosotras mismas porque perdimos el contacto con nuestra esencia, con nuestro ser más genuino en aras de compararnos con otras, por la razón que sea. Eso también es inhumano.  

Al fin y al cabo, lo que quiero decir es que seguimos siendo poderosas. Algunas lo saben y lo usan bien a su beneficio. Ni bueno ni malo. Pero si lográramos ser solidarias, empáticas, genuinamente nosotras con nosotras mismas, compartiremos nuestra sabiduría natural para volver a ocupar el lugar que nos corresponde como diosas, usando nuestro poder para crear. ¿Qué vamos a crear? Un lugar más seguro para vivir, una vida en balance; vamos a sanarnos y a sanar nuestro entorno, nuestros hijos, padres, compañeros de vida, hermanos, vecinos, el Planeta. Vamos a educar a nuestros varones para que nos entiendan. Vamos a enseñarles que lo único permanente en la Vida es el Cambio; que todos tenemos derecho a cambiar y tenemos el deber de respetar el cambio con respeto a la vida y a la integridad personal. Vamos a ayudar a elevar la conciencia colectiva para poder vivir sin miedo. ¿Por qué sin miedo? Porque el miedo nos separa. Y sí, hay gente que se cree mejor que otros y prefieren vivir separados. ¿Sabes qué? Hay suficiente espacio para que descubran sus verdades. El verdadero poder entiende y apoya el crecimiento de los otros. El verdadero poder es sinónimo de Amor. Mujer, empodérate de Amor a ti y compártelo con sabiduría. Voy a ti. Tienes el poder….

Venus de Hohle Fels
(Museo Blaubeuren, Alemania)




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