Venus Willendorf (Paliolítica) |
Por: Gilda Pastor Ph.D.
Entre los más antiguos vestigios de la existencia humana se han encontrado miles de objetos que evidencian la importancia de la mujer en esas remotas sociedades. A los arqueólogos les dio con llamar a esos figurines de formas femeninas, Venuses. Así conocemos hoy en día a la Venus de Willendorf y la Venus de Lausell, entre otras. Sí, Venus, como la diosa griega de la belleza. ¿Casualidad? ¿Accidente? Pienso que usted, al igual que yo, duda que sea alguna de las dos. En efecto, la mujer era y sigue siendo pilar de la sociedad, aunque su rol se haya visto minimizado por ideas religiosas, políticas y miedo.
Venus de Lausell (Periodo Auriñaciense en el Paleolítico Superior) |
¿Miedo? Sí, miedo a lo que no se entiende. La mujer es un Ser altamente complejo. Es tan complejo que a veces nosotras mismas no nos entendemos. Sus características biológicas, como su capacidad de dar vida y sustentarla y su tolerancia al dolor físico la ponen a otro nivel de existencia. Por otro lado, el alambraje de su cerebro le permite conectar eventos del presente con el pasado y el futuro en fracción de segundos, esto de por sí, ya la convierte en un ente muy particular. Si a eso le añadimos el poder amar incondicionalmente y el hecho de contar con una intuición altamente sofisticada, hacen de ella algo extraordinario. Por esta y muchas más razones que nos tomaría muchas páginas para contar y explicar, la mujer era considerada UNA DIOSA en los albores de la Humanidad y por siempre temida.
El asunto del temor viene del reconocimiento de esos
poderes que les acabo de mencionar. Las mujeres eran las líderes en los grupos
primitivos. Ellas organizaban la actividad cotidiana del grupo mientras los
hombres salían a cazar. Hay quienes postulan que ellas desarrollaron el famoso
“multi tasking” por esa experiencia, pero en realidad, esa capacidad vino con
ella para proteger la misma vida que ella crea. Así llegó a tener gran
influencia en el desarrollo de las culturas y formas de gobierno.
Venus de Valdivia |
La conexión de la mujer con la Madre Tierra, le permitió conocer el uso de las plantas, su cultivo, la conexión entre la tierra, el agua y la Luna, así como la conexión con todos los seres sintientes, de tal manera que se llegaron a conocer como las “brujas del bosque”. Entendiendo que, entre los muchos significados de bruja, está: el que conoce los secretos del Universo. Estas también eran las curanderas. Esas mujeres concentraron un caudal de conocimiento en lo que hoy conocemos como Medicina Natural. Gracias a ese conocimiento, la Humanidad ha sobrevivido hasta el día de hoy, entre otros factores.
De esta manera, la mujer disfrutaba de un lugar
privilegiado en su mundo: era la “dadora y protectora de la vida”, administraba
su entorno en provecho de todos, conocía de los tiempos, las cosechas, como
curar, entendía del mundo visible y del otro, sabía confeccionar la comida,
ropas, utensilios, etcétera, etcétera. En ese momento la mujer brillaba en toda
su plenitud. En algún momento indefinido de la historia, alguien pensó que
tenía demasiado poder y empezaron a cambiar las reglas del juego. Entonces, los
hombres fueron llevando la situación de la mujer a una controlada a nivel de la
comida, la agricultura y sus otras labores como un trabajo subyugado. En la
evolución de las culturas, la bruja del bosque, que curaba y ayudaba, comenzó a
aparecer en narraciones como alguien misterioso y peligroso. Las brujas se
ocultaron para sobrevivir. Así las mujeres empezaron a desconectarse de su
poder y lo fueron cediendo a los grupos, a las organizaciones que con gusto la
redujeron a la bruja mala del bosque o al objeto del deseo, a ser la raíz de
todos los males del hombre. La historia está llena de ejemplos hasta
el
día de hoy. Las primeras civilizaciones inventaron mitologías que llegaron a invertir
los roles y los dioses eran los que parían a las diosas. ¿No les parece eso el
colmo de los colmos?
Venus de Grimaldi |
Si bien es cierto que ese poder nunca desapareció,
solo estaba dormido, también es cierto que en la historia hubo muchas mujeres
que se atrevieron a desafiar las reglas establecidas y crearon cambios, y
lograron justicias. Son muchas y la mayor parte han quedado en las penumbras de
la historia. Lo más triste de todo este proceso, es que si observamos
bien,
nosotras mismas llegamos a convertirnos en nuestras
enemigas. Sí, entre unas y otras, avalando prácticas inhumanas contra las
mujeres por razones religiosas, económicas, políticas o cualquiera: siempre
serán inhumanas. Y la peor parte, es que somos las peores enemigas de nosotras
mismas porque perdimos el contacto con nuestra esencia, con nuestro ser más
genuino en aras de compararnos con otras, por la razón que sea. Eso también es
inhumano.
Al fin y al cabo, lo que quiero decir es que seguimos
siendo poderosas. Algunas lo saben y lo usan bien a su beneficio. Ni bueno ni
malo. Pero si lográramos ser solidarias, empáticas, genuinamente nosotras con
nosotras mismas, compartiremos nuestra sabiduría natural para volver a ocupar
el lugar que nos corresponde como diosas, usando nuestro poder para crear. ¿Qué
vamos a crear? Un lugar más seguro para vivir, una vida en balance; vamos a sanarnos
y a sanar nuestro entorno, nuestros hijos, padres, compañeros de vida,
hermanos, vecinos, el Planeta. Vamos a educar a nuestros varones para que nos
entiendan. Vamos a enseñarles que lo único permanente en la Vida es el Cambio; que
todos tenemos derecho a cambiar y tenemos el deber de respetar el cambio con
respeto a la vida y a la integridad personal. Vamos a ayudar a elevar la
conciencia colectiva para poder vivir sin miedo. ¿Por qué sin miedo? Porque el
miedo nos separa. Y sí, hay gente que se cree mejor que otros y prefieren vivir
separados. ¿Sabes qué? Hay suficiente espacio para que descubran sus verdades.
El verdadero poder entiende y apoya el crecimiento de los otros. El verdadero
poder es sinónimo de Amor. Mujer, empodérate de Amor a ti y compártelo con
sabiduría. Voy a ti. Tienes el poder….
Venus de Hohle Fels (Museo Blaubeuren, Alemania) |
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